marchemos firmes como cuando éramos inmortales.
Formar parte de una estrella que no cree en su amanecer
o formar parte de los soles alcanzados dejando atrás los días perdidos.
Huella en la roca que nos alce a las puertas de la casa de los dioses mayores
aprendiendo de los pasos en la arena de los muros inciertos.
Respira la luz y exhala el agua
que fluye a los pies de los soñadores valdíos.
Abrazos, abrazos de un cálido padre desconocido.
Senderos de corazón abierto y alma arrojada.
Cincel en el cajón y caricia en los ojos.
Todo fluye hacia las fuentes del Tú
Jorge Astorquia
Julio 2012