En los últimos tiempos todos oímos hablar de la química que llevan los productos alimenticios que comemos, de lo antinatural de lo que ingerimos. Yo os contaré mi historia.
Desde bien pequeñito, yo siempre he adorado todos los lácteos y he disfrutado de ellos; en especial, la leche. Bebía leche como si fuera agua y de hecho el agua ni lo probaba. Llegaba a beber varios litros al día y a mis padres les preocupó. Me llevaron al médico y me dijeron que tuviera cuidado porque podía afectarme al hígado por la cantidad de grasa que tenía que procesar con tanta leche. Es por eso que me pasé, mejor dicho, me pasaron, a la leche semidesnatada.
Seguía bebiendo grandes cantidades de leche y entre mi familia y amigos siempre ha estado la broma de que era mejor comprarme una vaca para tenerla en casa.
Ya en los últimos cuatro años la leche no me empezaba a sentar tan bien y siempre lo achaqué a que al ir madurando, el cuerpo tolera una cantidad menor de leche. Gracias a eso y a los buenos consejos, decidí ir dejando la leche hasta el punto de consumir 1 litro a la semana. El problema surgía cuando, de vez en cuando, me venía el antojo de beber más leche (está claro que no es sencillo dejar un vicio tan grande). Entonces me sentía muy mal; muchos gases y una digestión muy pesada.
Cuando volvía a Cantabria, en mi casa no se consume leche de tetrabrik, sino que bebemos leche entera que viene de la granja de la vecina o de unos productores cercanos que dura un par de días en la nevera. Esto se debe a que sólo lleva de tratamiento el hervirla y uperizarla. Mi sorpresa ha llegado cuando he bebido generosamente esta leche, en teoría más pesada que la semidesnatada, y no me provoca ningún tipo de gases ni pesadez en la digestión.
Ya lo he probado varias veces y siempre pasa lo mismo. Mi conclusión es que los tratamientos con conservantes de la leche (que le hace durar un mes en la nevera) son malos para el cuerpo y que lo que bebemos de los tetrabriks es agua con químicos.
Al hablarlo con un profesor de la Universidad de Cantabria me ha confirmado que esto es así y que en estos últimos años han aumentado los tratamientos a los productos alimenticios, lo que ha desembocado en intolerancia a estos.
Aunque no tengo ningún estudio que lo ratifique a nivel dietético, lo experimento en mi cuerpo. Creo que no hay una intolerancia a la lactosa sino que lo que hay es una intolerancia del cuerpo a la mierda que estamos haciéndonos a nuestros cuerpos. Nunca hubo tantas alergias en toda la historia y nos las estamos causando a nosotros mismos como especie.
Aunque no tengo ningún estudio que lo ratifique a nivel dietético, lo experimento en mi cuerpo. Creo que no hay una intolerancia a la lactosa sino que lo que hay es una intolerancia del cuerpo a la mierda que estamos haciéndonos a nuestros cuerpos. Nunca hubo tantas alergias en toda la historia y nos las estamos causando a nosotros mismos como especie.
¡¡Maldita sea!! si en España producimos buena leche, no la importes desde Holanda y le metas tanta mierda que nos destroce el cuerpo. ¡¡Tomemos productos frescos y locales!!
Jorge Astorquia
Octubre 2012
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