Mitos capilares



La salud está llena de creencias populares. Algunas, tan extendidas que su falsedad sorprende hasta a los profesionales.

Dos investigadores de la Indiana University y el Regenstrief Institute (ambos, en EEUU) se han dedicado a investigar el origen de varios mitos bien asentados entre la población general, aunque no tienen base científica.

El resultado, un artículo publicado en British Medical Journal, echa por tierra mitos como el del crecimiento de las uñas y el pelo tras la muerte. La base de datos médica Medline y el buscador Google son las principales herramientas empleadas por los autores.

En un estudio de 1928, publicado en la revista Anatomical Record, la antropóloga forense, Mildred Trotter, halló que el afeitado no tenía ningún efecto sobre el color del cabello, ni la textura ni sobre el crecimiento.

Más recientemente, una investigación publicada en el Journal of Investigative Dermatology, también estudiaron este asunto. "No hay diferencias significativas en el peso total de cabello, medida su producción en un área determinada, tampoco en la anchura ni en la velocidad de crecimiento de los pelos individuales, que puedan ser atribuidas al afeitado", según los investigadores concluyeron en su estudio de 1970.

El afeitado del vello corporal no provoca que éste crezca más fuerte, como sostiene la creencia popular.

Todo se trata de un efecto óptico: Los vellos son puntiagudos por naturaleza, y si se los secciona, se hace por una parte intermedia que es más gruesa que la punta. Así, en cuanto comienza a sobresalir de nuevo sobre la piel, la apariencia es la de una fibra más gruesa que aquélla sin depilar o afeitar.

Si además se cortan todos a la vez, como pasa al afeitarse la barba o cualquier parte del cuerpo, estos darán la sensación de estar saliendo de nuevo todos con más fuerza y grosor.

El crecimiento del pelo está influenciado casi en su totalidad por la cantidad de hormonas circulantes de testosterona (la hormona "masculina") y de estrógenos (la hormona "femenina"). La testosterona aumenta el crecimiento del pelo y su fuerza, mientras que los estrógenos hacen lo contrario.

Mucha gente explica esto erróneamente alegando que el afeitado aumenta el riego sanguíneo de la piel; esto no es así, y aunque lo fuese, los vellos no nacen en la epidermis, sino en la mesodermis (capa inmediatamente inferior).

Otra creencia popular es que el depilado arrancando los vellos (ya sea con cera o con máquina) retrasa el crecimiento del vello. No es que sea falso, pero es inexacto. El vello crecerá igual de rápido que si hubiera sido afeitado. Lo que ocurre es que al arrancarlo, el nuevo vello tardará más en alcanzar la superficie, mientras que si hubiera sido afeitado ya desde el inicio estaría en la superficie en sí misma.

En cuanto a las canas, es mejor que os lo explique Daniel Closa, científico del CSIC



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