Diario de un Nómada



 Buenas noches, soy un nómada.  Al principio creía que ser un nómada era ir a caballo con la casa a cuestas cada vez que venía una lluvia o las manadas de caribúes migraban en invierno.  Yo soy un nómada urbano y por el momento no tengo mucho.  Hace unos días estuve en el palacio de un rey sonriente y le regalé un bonsai de sal afrutada.  Era un rey muy poderoso, su fortuna consistía en sonrisas y aventuras, que guardaba elegantemente en su cara pícara.  ¡Era muy violento!  y su forma de guerrear era a golpe de almohada y chiste.  Sonreí mucho en ese palacio.

Hoy duermo en un museo de mil cuadros que seguramente se robarán en la siguiente gran guerra; los países los subastarán por millones y los ricos presumirán en lujosos banquetes que gastaron parte de su fortuna porque uno de ellos presida sus comedores.  Pues yo dormí con todos ellos.  En mi ventana tengo una guitarra minusválida de tres cuerdas que mira a la Almudena y el salón es la cubierta de un barco muy acogedor.

Hoy, he probado mi valía como grumete del barco y he fregado a golpe de cepillo, los resquicios del mascarón de proa.  Luego, antes de dormir, he podido hablar con mi hermano y he mirado a la primera estrella a la derecha, porque Campanilla es vecina mía.  
¡Buenas noches!
Jorge Astorquia
Noviembre 2011

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