Testamento de una herida
¿Acaso
no es el pintor el que ajusta y desajusta el color según su parecer más
inmediato? ¿Cuán flexible es nuestra bara de medir? No podemos saber lo
que ocurre en el corazón de otro si ni siquiera sabemos lo que pasa en
el nuestro la mayoría de las veces.
Sea
como sea, seguimos adelante en un océano de mucha profundidad y pocos
puertos a los que acudir. ¿por qué negamos una llamada? ¿Un beso? ¿Un
abrazo? ¿Lo sabemos? Quiere mi mente castigar daños y perjuicios que no
reconozco en mi memoria ¿y en las de otros? Dementes cansados de crear
monstruos a su alrededor; Condes sin título nobiliario ni honor que
defender. ¡¡Bastardos!! El padre salvó el último suspiro del fuego de
la ilusión que se hundía bajo el yugo del lobo mentiroso. Pues bien,
escribo el testamento de esta herida creada en un universo que no es el
mío y será sellado con un abrazo y un beso; un "te quiero" en vez de un
"te odio" que resuena en el tiempo y construye cristales blindados.
Recuerdo
ese tiempo, en el que Peter dejó de volar para llevar los zapatos calle
abajo y ver cuatro monedas en una cartera. Nunca más sonarán las
alucinaciones de tez amarilla.
Así será
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